miércoles, 14 de abril de 2010

ZÔON POLITIKÓN. Damián Beneyto.


"El bien es ciertamente deseable cuando interesa a un solo individuo; pero se reviste de un carácter más bello y más divino cuando interesa a un pueblo y a un estado entero".- Aristóteles (Ética Nic I, 2.)


Cuando nos estamos planteando como partido cual va a ser nuestra estrategia electoral en las próximas elecciones municipales y autonómicas no estaría mal que reflexionáramos sobre el momento político que vivimos e intentáramos analizar y sacar conclusiones de la situación por la que atraviesa la "casta" y la acción política en nuestros pueblos, ciudades, comunidad y estado.

Normalmente las estrategias electorales parten de los resultados de unas encuestas que los partidos (especialmente los poderosos) encargan a empresas especializadas y que con mayor o menor fortuna diagnostican los intereses de los ciudadanos, sus intenciones de voto, sus quejas e incluso su estado anímico y a partir de ahí la maquinaria del partido monta todo un plan de ataque utilizando todos los medios de comunicación social a su alcance para conseguir llegar al "corazoncito" del votante. Como es lógico aquellos partidos económicamente más poderosos y con más influencia en los medios tienen mucho terreno ganado sobre todo en las grandes circunscripciones.

Como todos sabemos la "casta" política española no pasa por uno de sus mejores momentos y no creo que haya en Europa otra democracia con tantas autoridades municipales, autonómicas y nacionales pringadas en delitos inherentes a sus cargos, no hace falta hacer un listado ¿verdad?; y lo peor es que la gente empieza a sospechar que el/la que entra en política lo hace con la intención de delinquir y que la mayoría de los gobernantes se convierten en funcionarios sin tener que hacer una oposición.

Aristóteles que considera al hombre como un animal político pensaba que la virtud, la justicia y la felicidad sólo podían alcanzarse socialmente es decir en relación con los demás y definía la política como "la ética de la vida colectiva" para él los temas de la ética y los temas de la política se interrelacionan de tal forma que constituyen un todo único, ética y política se abrazan siempre.
Creo que la vigencia de  las ideas aristotélicas es, dado el momento político que vivimos, innegable y que la relación entre ética y política se ha roto en muchos casos o al menos eso es lo que perciben muchos ciudadanos. Las unidades político-administrativas de que nos hemos dotado (ayuntamientos, comunidades autónomas y estado) son un todo que abarca multitud de diferencias y por eso hay que intentar regular mediante leyes todas las diferencias y todas las voluntades. Hay pues que adecuar las leyes y las instituciones para que sea posible la plena realización de la naturaleza humana y su fin último que es la felicidad.

Otro pilar básico del estado democrático es la justicia, tan discutida y denostada en su aplicación, en sus órganos de funcionamiento y en sus determinaciones. Sin embargo la justicia es una virtud cardinal, es decir principal y fundamental, es la que asegura y consolida el orden en la sociedad, armonizando equitativamente los derechos y los deberes de todos los miembros de la comunidad y por lo tanto debe ser objeto de análisis político y de propuestas encaminadas a devolverle su prestigio y especialmente la confianza de los ciudadanos

Nuestro partido, en fase de crecimiento, no puede, en mi opinión, utilizar los mismos métodos electorales que los grandes partidos, tenemos que llegar a los ciudadanos por el camino de la ÉTICA POLÍTICA. No tenemos que llevar sólo a la sociedad  un programa político basado en proyectos que generen felicidad y prosperidad, nuestro programa debe transmitir además un mensaje de regeneración de la acción política y de los políticos. Nuestros mensajes deben ir encaminados a higienizar la vida política con propuestas concretas y eficaces y no con medidas efectistas. 
No podemos caer, como otros partidos, en la oligarquía donde unos pocos imponen sus criterios y soluciones, nuestra fuerza debe estar en la unidad y no en la uniformidad y esa debe ser nuestra gran virtud como partido político. Nuestra actitud debe ser la de servir al ciudadano cuando, donde y como el partido decida y no la de perpetuarnos en cargos, la política debe ser algo accidental en nuestras vidas.
Sólo así seremos capaces de captar la atención del ciudadano, de ilusionar, de convencer con un discurso distinto, regenerador, sincero, realista y sobre todo ÉTICO. Nuestra alternativa es posible si no somos iguales.

                                                                                     D. BENEYTO

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