Nuestros Mayores extremeños han tenido una biografía personal y social, más o menos similar a los Mayores del resto de las Comunidades Autónomas, es decir: la mayoría han sufrido las consecuencias de una guerra injusta que los marcó para siempre y cuya memoria histórica de los hechos hoy se está tratando de escribir para saberla, y ellos nos están ayudando; han sufrido los años difíciles de la pos-guerra, con los problemas de la carencia de alimentos; han sufrido en sus carnes los problemas de desarraigo familiar y social en la búsqueda de trabajo a través de emigración, tanto a las regiones más prósperas del país (Cataluña, Madrid, País Vasco) como a las naciones europeas que solicitaban mano de obra ( Alemania, Suiza, Francia, Bélgica, etc ). Lentamente, algunos volvieron, otros se quedaron con la nostalgia de la tierra. Casi un millón de extremeños podemos afirmar que siguen en la diáspora.
Esta problemática psico-social que he descrito anteriormente vivida por nuestros Mayores, se une en Extremadura, al multisecular infradesarrollo humano y social que ha vivido la región durante muchos años y aun siglos. Entre ellos, la acentuación profunda de clases sociales en donde los pobres, que eran la mayoría, vivían con actitudes fuertes de sometimiento frente a los que componían el resto de las clases superiores. Por otro lado, la incultura material y funcional de gran parte de la clase baja dificultaban sus relaciones humanas y sociales. Finalmente, si a lo anterior unimos las ideas de un régimen que iba contra las libertades y valores democráticos sobre todo en lo que respecta a la expresión y a la asociación, hace que la promoción de nuestros Mayores tenga sus propias dificultades.
Y así llegaron nuestros Mayores a los primeros años de nuestra democracia y, pese a todos los avances de una política social sobre ellos y para ellos, aun se observan muchas lagunas que son las que tratamos de ir llenando para que puedan vivir con la dignidad que se merecen. Por todo ello, las instituciones extremeñas y como institución principal el gobierno extremeño, se impusieron la obligación de llevar una política de servicios “sobre” Mayores y “para” Mayores muy reivindicativos sobre aquello que no pudieron tener en el pasado con el fin de que vivan una vida más libre, más interclasista y sobre todo, con actividades culturales y lúdicas que nunca en años anteriores habían podido disfrutar. Por otro lado, se les ha hecho llegar toda clase de servicios sociales, antes de recibir las competencias autonómicas, provenientes de los gobiernos centrales que se han ido sucediendo en mayor o menor escala, según el color político de turno.
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